El problema de la JCC no es solo de estructura, hacen falta directrices claras para la profesión. Los más recientes pronunciamientos siguen siendo políticos más que técnicos. Mientras que no se asuma firmemente el compromiso con el bien común, la profesión estará divagando.
La Junta Central de Contadores debe dar un gran ejemplo de integridad y transparencia. Su presupuesto aumentará y todo el dinero se ha obtenido de los contadores públicos. El Estado no ayuda a la JCC, aunque sí espera que su función sea muy efectiva.
El Código de Ética Profesional hace referencia a 5 categorías de amenazas a las que puede estar expuesto el contador público desde cualquiera que sea su labor: amenazas de interés propio, de auto revisión, de mediación, de familiaridad y de intimidación.
La dinamicidad y el aumento de la competencia en la profesión contable exige que los contadores, además de estar a la vanguardia en términos de los cambios en materia normativa y técnico-contable, sean capaces de vender efectivamente sus servicios profesionales.