Según la Cepal, en América Latina menos de un tercio de la recaudación corresponde a impuestos directos.
El grueso de la carga tributaria recae en los impuestos sobre el consumo y otros impuestos indirectos.
La carga tributaria crece por el IVA y la recaudación de los impuestos sobre la renta.
El IVA, el impuesto al carbono y el impuesto a la gasolina y ACPM son regresivos porque afectan más a los hogares de menores ingresos, y se han privilegiado por su fácil recaudo.
El impuesto de renta es un impuesto regresivo por la cantidad de exenciones que todavía presenta el Estatuto Tributario.
Recaudo del IVA como porcentaje del PIB solo se ha incrementado en 0,4 puntos porcentuales, pasando de 5,3 % a 5,7 % entre 2016 y 2018.
Impuestos como el 4 x 1.000 obstaculizan acceso al crédito, distorsionan actividades del mercado de capitales y promueven economía informal.
El impuesto al valor agregado se caracteriza por ser un impuesto indirecto, real y regresivo. Este solo debe pagarse cuando se compra el bien o servicio, siempre y cuando estos se encuentren gravados. Los responsables de este impuesto pueden pertenecer al régimen simplificado o común del IVA.